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¿Es posible superar un trauma de la infancia?

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Ansiedad, depresión, manejo de las emociones y dificultades en las relaciones interpersonales son temas comunes en las consultas psicológicas. Lo que muchos no saben, es que estos problemas emocionales, en muchos casos, tienen como causa traumas de la infancia.

La verdad es que muchas personas viven con las consecuencias de una experiencia negativa impactante del pasado y por falta de incentivo, de conocimiento u otros creen que ya no hay nada que hacer.

Crecer en un ambiente marcado por la agresión, malos tratos, abuso, negligencia o violencia sea de orden emocional, psicológica o física, tiende a afectar el desarrollo de un niño y compromete su capacidad de vivir sanamente en la vida adulta. El estrés prolongado al que se está sometido genera un impacto negativo de grandes proporciones.

LAS EXPERIENCIAS DE LA INFANCIA INFLUEYEN AL PRESENTE 

Los primeros años de vida son los más importantes para el desarrollo de una persona. En esta etapa es muy importante el tipo de cuidados que se recibe y la relación que se establece con las figuras de apego (padres). Estas experiencias van a determinar como la persona afronta el mundo, se relacionará con el entorno y las personas en ello.

Esto se debe porque al nacer el cerebro todavía es inmaduro y sus funciones no están totalmente desarrolladas. La parte más primitiva del cerebro (tronco cerebral – parte responsable por las funciones instintivas) ya está “lista” cuando nacemos, pero la corteza (responsable por el procesamiento cognitivos) depende del desarrollo de las partes anteriores. Y esto es moldeado por la experiencia.

Por esto las experiencias que tenemos en los primeros años de vida son determinantes para nuestra vida futura. Aquí se construye la base de cómo nos relacionamos con la vida y con el mundo.

EL TRAUMA DEL DESARROLLO

El trauma del desarrollo se refiere a experiencias negativas vividas a lo largo de un periodo en la infancia. No se trata de un solo evento, pero la falta continua de cuidados emocionales y físicos por parte de los padres puede generar el desarrollo de un trauma, más aun si no existe una figura sustituta de seguridad o soporte que pueda sacar al niño de esta situación. 

De hecho, muchos estudios muestran que el impacto de un trauma es mayor en niños que en adultos. estadísticas de salud mental demuestran que el 50 % de los Trastornos mentales o psicológicos se forman antes de los 14 años y un 80 % se desarrolla hasta los 18 años.  

Al comienzo de la vida, los bebés y los niños son seres dependientes que necesitan cuidadores seguros, predecibles, accesibles y comprensivos, primero para sobrevivir y luego para crecer sanos. En este período, el cerebro se está desarrollando creando redes neuronales de aprendizaje, haciendo conexiones y estableciendo un sistema de comunicación emocional a través de la interacción entre el cerebro del bebé y el cerebro del cuidador.

La exposición prologada a eventos estressores y traumáticos cambia la estructura y funcionamiento del cerebro, haciéndolo estar permanentemente programado en un “estado de supervivencia”. Esto significa que las funciones cerebrales estarán dirigidas a mantener la supervivencia como si estuviera en todo momento bajo peligro, siendo lo mismo cuando ya NO hay amenaza. Esto puede explicar muy bien algunos sintomas de ansiedad sin ningún aparente motivo. 

Esta situación traumática crónica durante la infancia y adolescencia tienen consecuencias y síntomas patológicos y psiquiátricos señalados por varias investigaciones pero aun NO son considerados por el diagnóstico actual de Trastorno de estrés postraumático (TEPT).

Son diversas las maneras que se pueden manifestar un trauma de desarrollo está: trastorno del procesamiento sensorial, TDAH, trastorno de oposición desafiante, trastorno bipolar, trastornos de la personalidad (especialmente trastorno de personalidad de Boderline), trastorno de estrés postraumático (TEPT), deterioro cognitivo, retraso del habla, discapacidades de aprendizaje y más.

Por lo tanto, tratar casos de trauma del desarrollo requiere un tratamiento especifico y profesional calificado en terapia para el trauma.

CÓMO NOS PROTEGEMOS DEL DOLOR 

Durante un evento potencialmente traumático, una parte de nuestro cerebro llamado cerebro reptiliano por ser la más primitiva; es la responsable de respuestas de reacción instintiva ante una amenaza. Esta parte primitiva percibe y responde las amenazas de forma automática y rápida antes que la información llegue a la corteza cerebral que es la parte más avanzada.

Frente a una amenaza tenemos 3 posibilidades de respuesta: luchar, huir o paralizarse. Cuando no es posible luchar ni huir, entramos en respuestas de congelación. El sistema nervioso para-simpático se activa, disminuyendo nuestros movimientos, los latidos del corazón, el flujo sanguíneo, la respiración se reduce al mínimo (así como la oxigenación de la corteza cerebral). Este estado es una manera que nuestro cerebro y el cuerpo tiene de protegernos frente al dolor.

Nuestro cerebro funciona de tal manera que su principal función es garantizar nuestra supervivencia. Llega a pasar en casos extremos que él psiquismo se encuentra en tal grado de tensión y amenaza que la mente se disocia de la realidad siendo así la causas de estados psicóticos. 

Cuando el organismo detecta peligro, se activa el sistema de protección de las partes primitivas y el funcionamiento de la corteza donde se encuentra el pensamiento, razonamiento y procesos cognitivos es disminuido. El cerebro reptiliano se hace cargo y actuamos por instinto de supervivencia.

Cuando el estrés, la amenaza son continuas o se repiten,  la persona se puede volver muy sensible a los estímulos que nos traen a la memoria estas situaciones – que pueden ser cualquier elemento que nos haga relacionar al evento traumático. 

Lo que sucede en el trauma, es que esta respuesta adaptativa y protectora, incluso después que la amenaza se vá, continua actuando en nuestro organismo como si el peligro aún estuviera presente generando los diversos tipos de síntomas del trauma.

Entonces la persona traumatizada vive en constante estado de alerta, continuamente su cuerpo reacciona como estuviera en la situación traumática, con síntomas de ansiedad, angustia, pánico o disociación.

EFECTOS DEL TRAUMA INFANTIL EN LA VIDA ADULTA

El trauma y las primeras experiencia de apego impacta nuestras vidas más de lo imaginado. Afecta nuestra postura, nuestra manera de movernos, nuestro cuerpo, nuestros hábitos, nuestras habilidades sociales, nuestra manera de afrontar la vida y hasta nuestras relaciones que estableceremos en la vida de adulta.

Estas experiencias tempranas sirven de ante-proyecto que dan forma a todas nuestras visiones del mundo. El cerebro trata de dar sentido al mundo buscando patrones (prediciendo el futuro). Y estos patrones se forman en esta etapa de la vida de acuerdo con la vivencias que tenemos. 

Si nuestras experiencias tempranas son traumáticas, estos patrones de predicciones podrán guiar nuestra conducta de manera disfuncional.

Dificultades de aprendizaje:

Cuando tenemos un estrés o una ansiedad crónica no somos capaces de aprender cosas nuevas con facilidad, porque hay menos activación de la corteza. Nuestro pensamiento se vuelve nublado.

Patrones crónicos:

Es posible que una persona que ha pasado por trauma de niño siga sintiéndose partes de su cuerpo paralizadas, entumecimientos, tensión o ansiedad diaria. Pueda ser que esté siempre buscando ayuda o esté siempre listo para pelear o huir.

Dificultad en experimentar sentimientos positivos:

También es común que cuando las emociones son dolorosas como el miedo, la tristeza, la ira y la decepción fueron dominantes en la infancia, de adulto es posible que se tenga problemas para experimentar los sentimientos positivos en el presente.

Abuso de alcohol y drogas:

Personas que han vivido experiencias adversas en la infancia tienen más predisposición a abusar de drogas y alcohol en la vida adulta.

Trastornos psicológicos:

Depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático (TEPT), trastorno del procesamiento sensorial, TDAH, trastorno de oposición desafiante, trastorno bipolar, trastornos de la personalidad (especialmente trastorno de personalidad de Boderline) son frecuentes en personas con historia de trauma en la infancia.

Dificultades para relacionarse y socializar:

Las personas con traumas sienten que no pueden relacionarse con facilidad con el entorno y otras personas, ya que NO se sienten seguros o lo suficientemente cómodos.

CURANDO TRAUMAS DE LA INFANCIA

Curar un trauma proveniente de la infancia es totalmente posible por medio de una terapia psicológica conducida por un profesional especialista en trauma.

También es importante que los pacientes puedan entender más de sus síntomas. Saber que su comportamiento y hábitos son resultado de respuestas adaptativas al peligro que no pasado, que esto les ayudado a sobrevivir, PERO que en el presente ya no es necesario.

Ser capaz de soportar el recuerdo de una experiencia horrible no es lo más importante cuando es la capacidad de poder sentirse seguro aquí y ahora lo mas importante  y de saber que el ritmo acelerado de su corazón es sólo una respuesta accionada y NO una respuesta de peligro. Es también IMPORTANTE comprender que la vergüenza, el dolor y la rabia son, por ejemplo, recuerdos emocionales de su parte infantil incapaz de consolarse a sí mismo.

Se hace importante que personas traumatizadas puedan recuperar la capacidad perdida de reconocer y percibir sus fortalezas. El reconocimiento y validación de sus recursos aumenta la autoestima y refuerza el coraje para afrontar las dificultades.

Los hábitos y síntomas físicos desarrollados como adaptaciones a situaciones extremas o estresantes pueden ser desaprendidos y después reemplazados por nuevas respuestas que estén más adecuadas a la realidad actual.

Además de la terapia psicológica, de manera complementaria se recomienda la practica del yoga y mindfulness.

LA TERAPIA PARA EL TRAUMA

Como el trauma está “preso” en el cuerpo por la manera que afecta el cerebro y el sistema nervioso, es necesario un tipo de terapia que vaya más allá del razonamiento cognitivo.

En la terapia, necesitamos trabajar para “calmar” el sistema nervioso, mostrando al nuestro cuerpo que el peligro ya no existe y regulando su funcionamiento.

Las investigaciones muestran que el tratamiento del trauma debe estar orientado a sus efectos y NO a los acontecimientos del pasado traumático.

Nuestros cerebros tiene la plasticidad, que significa que es capaz de desarrollar nuevos patrones de funcionamiento en sustitución a los patrones antiguos, obsoletos, transformando las pautas dolorosas de nuestras vidas en conductas mas sanas y acordes con la realidad.

En Espacio Vida usamos el abordaje del Somatic-Memory-Systems, abordaje terapéutico que está en la vanguardia de la psicoterapia. 

Tratamos el trauma en todos sus niveles: el emocional, el fisiológico y cognitivo. Se busca integrar y restaurar el funcionamiento del sistema nervioso autónomo (la disfunción en estas areas no bien integradas es lo que causa los síntomas de trauma), la memoria somática y la reorganización de una nueva manera de estar en la vida. 

En esta terapia trabajamos ayudando a los pacientes a eliminar los síntomas del trauma (depresión, ansiedad, flashbacks, pesadillas, hábitos y tensiones crónicas) y a desarrollar recursos internos y externos que auxilien a tener relaciones más sanas y una vida más plena. Así se podrá desarrollar su resiliencia que  le permita lidiar con situaciones estresantes en el futuro.

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